Roberto...Roberto...Roberto... Por fin sabía su nombre
y no dejaba de repetirlo una y otra vez, él y sólo él
en mi mente.
Tal vez alguien sea capaz de imitar su postura,
su forma de andar, sus gestos, pero jamás llegaría
a imitar lo que hace que me sienta así, así de especial,
así de única con sólo saber que existe.
Estuve casi una hora pensando en él, y después
me puse a hacer los deberes.
Cuando terminé era ya de noche casi, cada ejercicio
que hacía me ponía a pensar en Roberto, era como una
enfermedad, no podía pensar en otra cosa más que en él.
Guardé las cosas en la mochila y me fui a cenar,
quería dormirme cuanto antes, no quería seguir despierta sin
poder sacarlo de mi cabeza.
Aquella noche fue la que menos pude dormir,
antes era sólo una imagen suya durante unos segundos,
luego pasó a durar minutos, pero esta vez duró toda la noche.
Toda la noche estuvieron aquellos ojos marrones
observándome fijamente.
Tweet |
No hay comentarios:
Publicar un comentario