Unas horas después, al salir al pasillo después
de la penúltima clase, me encontré con Roberto y sus amiguitos.
- ¡Ey Nerea! ¿Estarás contenta no?
- ¿Contenta por qué?
- Pues porque te han puesto con Rober jajaja.
- ¿Y qué tiene eso de interesante?
¿Quieres que se detenga el mundo?
A mí sentarme con ese me da exactamente igual jaja,
por mí como si me cambian de sitio ahora mismo.
- Sí claro... jajaja.
Sí, quería que se detuviera el mundo...
Y no, no quería cambiarme nunca más de sitio,
estaba nerviosa e incómoda pero a la vez tan
contenta y tan a gusto con él allí a mi lado,
escuchando su voz tan cercana a mis oídos,
sus suspiros, viéndolo escribir, aunque sólo
pudiera ver el movimiento de sus manos y de ese reloj
amarillo fosforito que tanto me llamaba la atención,
ya que no me atrevía a subir la mirada y mirarlo a la cara,
por miedo a que me descubriera mirándolo o por
miedo simplemente a perderme en sus labios...
En la última clase se mantuvo igual de pasivo
que en las anteriores.
Directamente creo que ya ni existía para él.
No hablamos, no discutimos y ni siquiera nos miramos en
todo el día después de la primera clase.
Me costó mucho conseguirlo pero finalmente lo logré, total,
¿qué ganaba con pasarme todo el día mirándolo?
Tweet |
No hay comentarios:
Publicar un comentario