Y sin más palabras me senté en mi sitio y pasé de ella.
Ahora sólo quedaba esperar a que viniera Roberto y me dijera
algo él también, eso ya terminaría conmigo por completo.
Pero para mi sorpresa no lo hizo, no sé si habría llegado
a darle pena, si en realidad no era tan idiota como parecía
o si simplemente a él no se lo habían contado todavía,
aunque lo dudaba, aun así ninguna de esas opciones
me cuadraba, estaba segura de que iba a decirme algo.
Ese día se me hizo eterno: La tensión de querer mirarlo
y no poder hacerlo, los nervios que sentía al estar a su lado,
el pensar en qué me diría cuando se enterara de lo que
contó Sara y si ya se había enterado, el porqué no me
habría dicho nada, y por supuesto, mi situación con ella.
Ya un poco más relajada me puse a darle vueltas a lo de Sara
y me di cuenta de que tal vez me había pasado con ella,
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